jueves, 22 de enero de 2015

Enamorado de ella.


Yo era pequeño, tan solo un niño, y ella algo mayor que yo.....aun recuerdo su nombre. Me gustaba mirarla, no se porque,  pero había algo en ella que me atraía. A menudo, en mis ratos de juego, la recordaba, y fantaseaba con estar con ella.
Luego fui creciendo....y sin darme cuenta la fui olvidando, aunque a veces al oír su nombre me venía su recuerdo.

Pasaron los años, y con ellos se fueron los juegos, y llegaron otros intereses. Sumergido en fiestas, amigos, aficiones dispares, algún que otro vicio....el tiempo de universidad....
Tras la tormenta llega la calma, el nervio se apacigua , el joven revoltoso va sentando la cabeza, se va haciendo responsable....se va cargando de compromisos, y de buenas a primeras, sin saber muy bien como, eché a correr....

Allí estaba ella, aquella mañana, el destino nos puso a los dos en el mismo lugar. Con solo verla, tuve esa sensación de que ya la conocía de antes, pero fue entonces, al oír su nombre, cuando recordé aquel amor de mi niñez.

Poco a poco me fui acercando a ella, con la intención de conocerla, pero con mucha timidez. A escondidas, en casa, veía sus fotos, incluso soñaba con ella muchas noches.....y cuando alguien pronunciaba su nombre, un hormigueo hacía cosquillas a mi estómago.

Dicen que el roce hace el cariño.....pero yo me enamoré.

Necesitaba ir a verla, pasar las horas con ella, respirar de su aire, impregnarme con su aroma.
Despedidas tristes, y noches desvelado al saber que madrugaría para un nuevo encuentro.
Conducía de madrugada, y llegando a mi destino, el amanecer me regalaba el recorte de su silueta.
No hay día demasiado frío, ni lluvia demasiado intensa, no hay viento que frene mi avance, no hay fuerza que me impida verla.

Sabes que estas enamorado, cuando sonríes al ver sus fotos, y te brilla la mirada, y cuando te sorprendes con celos.....al verla en una foto con otro que no eres tu.

Estar a su lado me hace olvidarme del resto del universo, desconectar de los problemas, y es cuando consigo aquello de "vivir el momento".



Ella me hace sentirme fuerte, aflorar mi lado salvaje, y hace que crezca mi autoestima.
Se que lo nuestro durará, tanto como perdure esa sensación de echarla de menos cuando estamos separados.
Tengo una foto suya en el fondo de escritorio, y a veces me sorprendo en la oficina, pensativo, absorto en mis recuerdos, en momentos vividos junto a ella.

Cuando alguien me pregunta por ella, trato de disimular, aunque seguro que se nota mi pasión, porque no puedo evitar soltar una retahíla de elogios, y monopolizo la conversación contando todas sus virtudes.

Enamorado de ella, no existe otra definición para esta sensación que me embarga.

Si alguna vez ella llegara a leer esto, me moriría de vergüenza, y no podría volver a mirarla. Pero si esto sucediera, y ya no hubiera solución, quiero que sepas mi amor que estas clavada en mi alma......y que no puedes imaginar cuanto te quiero, Montaña.






Timelapse movie: The Alps -- part I from Michael Rissi on Vimeo.

miércoles, 14 de enero de 2015

El sueño de una noche de verano



Todo era ponerse. Había que buscar alternativas, aunque fueran sucedáneos de un entrenamiento real.
Al fin y al cabo, si te van a dar de hostias, es bueno saber lo que duelen, y como darlas, por si puedes soltar una.

Yo sabía lo que dolían, y como darlas, pero necesitaba tiempo para entrenarlas.
De momento, y con el plan que tenía en casa, aquello olía a paliza que te cagas...

Estaba inscrito a esas 100 millas. Hoy por hoy, ya había superado lo peor, la ansiedad de la inscripción. Pero para mi, empezaba el problema de verdad: cuando y como entrenar.
Por aquel entonces, sabía a que hora entraba al trabajo, pero no tenía seguridad de a que hora saldría. Cada tres semanas tenía reten, 24 horas al día, siete días a la semana. Mi mujer tenía una semana de turno de mañana, en la cual yo podía salir a entrenar, y otra de turno de tarde, en la que yo debía cuidar de mi hijo de seis años.
Así que, la semana que podía salir a entrenar, coincidía a veces con mi reten de 24 horas, o con unas semana de trabajo a doce horas.....con lo cual pasaba la semana sin haber podido correr ni un solo kilómetro.

Veía pasar los días con frustración. La gente estaba entrenando a conciencia, hartándose de monte y de kilómetros.....y yo, para cuando lograba salir  unas horas, acababa con unas agujetas tan terribles, que me pasaba otros cuantos días de parón.....perdiendo así esos días de mi semana buena.

Desesperado, decidí comprar una máquina elíptica, que me permitiera romper a sudar mientras cuidaba de mi hijo en casa.
Y la segunda medida desesperada fue, comenzar a salir a correr a las 5:00h de la madrugada.

En aquella máquina demoníaca eché hasta la primera papilla. Tenía que poner toallas por el suelo para que cayera el sudor.
Me ponía el pulsómetro, para forzarme a no bajar del umbral, y subía las marchas de intensidad, simulando subidas a collados, con los cuadriceps totalmente cargados.....y las plantas de los pies dormidas

Me di cuenta que ,cuando lograba salir con los demás a entrenar, en las subidas caminando, no solo no me quedaba atrás , sino que me podía poner a tirar...

La otra cara de la moneda era salir a correr a las 5 de la madrugada.
Me vestía en cinco minutos, y salía a la calle aletargado, en estado de shock, apenas despierto.....y corría durante una hora y cuarto, bajo la lluvia, o un fuerte viento de levante, con las olas salpicándome la cara al pasar junto a los malecones.
Llegaba a casa empapado, me metía en la ducha, y luego conducía mientras  desayunaba algo camino al trabajo. A las 7:30h encendía el ordenador para empezar a currar.

Recuerdo una de esas madrugadas, corriendo contra el viento y la lluvia horizontal, a una chica en la acera contraria, empapada, camino a su trabajo, que me gritó algo. Con el ruido del viento en los oídos no lograba entenderla, y le hice un gesto con la mano en la oreja para que gritara mas fuerte......y entonces si que la pude escuchar: - ¡¡ ....que menudo par de huevos tienes !!

Me crucé mas madrugadas con aquella chica, en similares circunstancias, y ella solía gritarme: - oye tío, eres mi puto ídolo !!!   y se reía...., y yo le contestaba : - ¡¡queee vaaaa, es que de pequeño me dieron una pedrada !!

Para mi, ella si tenía un gran valor, y si ,era una heroina. Se  tiraba a la calle de madrugada, camino al trabajo, bajo la tormenta, y valoraba lo que yo hacía.....que no era mas que parte de mi ocio, era mi opción, pero ella no podía elegir.



Semana si, semana no, me subía en aquel aparato de tortura, me ponía algún documental en el ordenador portátil, y me machacaba en la jodida elíptica, hasta tal punto que, al bajar de la máquina, las piernas caminaban solas por la casa, sobrecargadas...

Llegó el verano, y sus 24 grados a las 5 de la madrugada, que no es una temperatura fresca para correr, pero que sirve de consuelo para el que no puede correr con la luz del día.
En esas noches, me surgían acompañantes extraños. Desde un anciano con su motocicleta, aburrido porque no podía dormir, que me acompañaba a corta distancia, y me interrogaba sobre mis motivos para correr a esas horas, y mis objetivos; hasta chavales borrachos que salían de las carpas, de pasar la noche de fiesta, y que se empeñaban en correr a mi lado......a lo sumo un par de minutos, para acabar vomitando.
Luego estaban los fijos, los taxistas de la parada, que me animaban siempre al pasar, y alababan mi fuerza de voluntad, y la Policía Nacional y la Guardia Civil, que se acercaban para comprobar qué era aquello que corría en la oscuridad cerca de la playa.....y que siempre me saludaban educadamente.

Dentro de mis posibilidades, conseguía entrenar los viernes por la noche en el monte con mis compañeros. Pero la mayoría de veces, me tenía que conformar con arriesgadas tiradas por asfalto, y digo arriesgadas porque estaba de reten, y me podían llamar para trabajar en cualquier momento, con tan solo 45 minutos de margen para presentarme en fábrica,  desde que sonaba el "busca".

Recuerdo un Sábado,por la mañana temprano, que decidí arriesgarme una vez mas y correr unas cuatro horas. Salí de casa en dirección Sotogrande, con el Camelback lleno y unos geles, con la intención de ,cuando llevara dos horas, darme la vuelta de regreso.
El caso es que, cuando llevaba una hora y cuarentaicinco minutos, sonó aquel maldito aparato con el mensaje "acuda a fábrica". ¡¡ Estaba jodido!! jamas llegaría en esos 45 minutos de margen. Había tardado mas del doble en llegar hasta ese punto, y debía, no solo llegar a casa, sino una vez allí ,conducir hasta la refinería.
Decidí probar suerte, y dejarme el alma en llagar a casa de mis padres, a unos 25 minutos de donde me encontraba, y si con suerte se encontraba mi padre allí, pedirle que me acercara a mi casa, para poder cambiarme y coger mi coche.

Apretando los dientes, llegué a casa de mis padres con la cara desencajada.....y con un claro golpe de suerte, mi padre se encontraba allí, y me llevó a casa.
No tuve tiempo siquiera de ducharme. Llegué a la fábrica empapado en sudor, porque con tal estrés, no había parado aun de sudar, y me pasé el resto del día con la ropa pegada al cuerpo.

Solía llevar ropa de correr y unas zapatillas siempre en el maletero, de manera que, si tenía la suerte de salir un día a las cuatro de la tarde del trabajo, no me lo pensaba dos veces y me iba a correr a la sierra o al pinar......sin comer, ya que mi jornada era seguida, sin hora de comida.
Así que, en un par de ocasiones, ese golpe de suerte decidió abandonarme sobre la marcha, en el punto del pinar mas alejado de donde estaba aparcado mi coche, y hacerse oir con un desagradable "acuda a fábrica" desde el fondo de mi riñonera portabidón.
Ya no se trataba solo de tener que correr con un ritmo agónico hasta el coche, y conducir a toda prisa hasta la refinería.....sino que llegaba cansado, sudado, y sin haber comido nada desde la hora del desayuno, a lo sumo una naranja o un plátano al mediodía.

Al final, con tanto susto, retomaba las salidas para correr de las 5 de la madrugada.
Había noches de verano, que el calor era tal, que me pasaba las horas sin pegar ojo, pasando de la cama al sofá del salón, o incluso tirándome al suelo, buscando un poco de fresco que me permitiera dormir.....y llegaba la hora de salir a correr, sin haber dormido nada en toda la noche.



Aquella racha pasó, conseguí dejar los retenes, mi hijo creció, y a día de hoy, entrenar es mucho mas fácil que en aquella época.
La máquina elíptica la utilizo de perchero para la ropa....salvo alguna vez, de año en año, que la he usado para evitar el dolor por impacto en alguna zona del tren inferior.

Ahora valoro mucho el tiempo libre, y odio las "horas muertas", porque van en contra de la vida. El tiempo pasa sin mas, se escapa y no vuelve.
En lo que va a ser tu próxima "hora muerta", puedes aprender a salvar una vida, a hacer croquetas de pollo, a plancharte los vaqueros, tocar un acorde, encontrar el punto "G", decir "buenos días" en alemán.....o incluso salir a correr....pero no dejes que esa "hora muerta" se haga realidad, porque habrás vaciado un tarro que no podrás volver a llenar.

Por cierto, acabé esas 100 millas.....por si alguno se quedaba con la duda....