martes, 29 de diciembre de 2015

Como si corrieras por última vez



Debería estar prohibido correr sin ganas. Supongo que todo el mundo lo hace en mas de una ocasión, por diferentes motivos, sobre todo por cumplir contigo mismo, o por no fallarle a los demás.
Me imagino que esto genera unas moléculas de mal rollo en el Universo, agujeros de aguja en la capa de ozono, o se graba en un rincón del lóbulo parietal destinado a "momentos chungos de la vida corriente".
Está claro que genera un trauma, un pequeño tatuaje a nivel sentimental, no visible, pero acumulable.
Correr sin ganas es como ir de compras, pero ese "ir de compras" donde tu solo acompañas, y es el otro el que se compra cosas. Te aburre y te fatiga hasta límites insospechados.

A veces solo pensar en salir a correr ya te va fatigando, y sin embargo te cambias de ropa, luchas contra ti mismo, contra lo racional, resoplas y te encaminas hacia la puerta que da a la calle.
Las primeras zancadas son letales. La transición entre el "todavía estas a tiempo" y el "ya no hay marcha atrás". Ese primer minuto hace mucho daño.
La gravedad , comandada por el orden del cosmos, hace que te sientas mas pesado y lento que de costumbre, y piensas " me cago en la puta, lo voy a dejar"......pero no lo dejas.
En un día en que los elementos acompañan, el daño es menor, pero si es un día de perros, tendrás estigmas neuronales de por vida.
Perdido en la ciénaga de tu propia estupidez, porque sueles ser estúpido con ganas, pero ser vapuleado por lluvia y viento, con desgana y apatía, eleva tu estupidez a nivel elite.

A menudo pensamos que renunciar es someterse, y prevalece nuestro ego sobre nuestra razón. Luego, al acabar, nos consolamos con frases como "lo que no te mata te hace mas fuerte" , o pensamientos del tipo "el de hoy ha sido un entrenamiento para endurecer la mente".



Con un poco de suerte, lo que comienza siendo "correr sin ganas", se va transformando sobre la marcha, y poco a poco van desapareciendo las sensaciones chungas, te vas sintiendo ligero, cómodo, y vas mutando de piltrafa a cosa que corre con cierta soltura. Quizás, ese poco de suerte, te lleve a esbozar una leve sonrisa interior, quizás incluso te atrevas a apretar el ritmo, tal vez acabes tarareando una canción, y sintiéndote feliz. Entonces, y solo entonces, sentirás que eres un estúpido, pero uno afortunado.......y ese día el Universo se librará de unas cuantas de tus moléculas de mal rollo, y pondrás un par de parches de bici en la capa de ozono.

Correr sin ganas debería estar prohibido, por lo menos al que corre libremente, porque hay quien corre obligado por terceros, o cobra por ello.......esos que se jodan, lo siento.

A menudo recuerdo una frase que me escribió un amigo que nació con parálisis cerebral, y que me hizo saltar las lágrimas : "si pudiera pedir un deseo, sería volver a nacer y poder correr a tu lado".
Treintaicuatro años atado a una silla de ruedas, y sin poder articular una sola palabra, viendo mis fotos por internet, y escuchando mis historias. Debe ser muy duro.

No nos damos cuenta de lo que tenemos, y es por eso que no le damos valor.
Deberíamos ser conscientes de nuestra movilidad, de la presencia de unas extremidades que algunos no tienen, o de otros que aun  teniéndolas,  no pueden moverlas, o lo hacen sin control sobre ellas.
Da pena ver cuerpos que nacen sanos, y que vamos atrofiando poco a poco, intoxicándolos día a día , restándoles movilidad con kilos de mas y horas de sillón.



No solo debería estar prohibido salir a correr sin ganas, es que debería ser obligatorio salir a correr como si fuera nuestra última vez, porque no sabemos si lo es.
Salir a correr desbocados, disfrutando del momento, disfrutando de algo que otros no pueden, de algo que te encanta hacer. Apurar el tiempo del que dispones, sin dejarte nada en el tintero, acabando cansado y empapado en sudor. No hablo de ir al límite, hablo de sentirnos vivos, y de celebrar que podemos. Quizás mañana surja algo que te impida salir a correr, así que es hoy, es el ahora, porque el mañana no existe.
La próxima vez que salgas, hazlo como si corrieras por última vez........no vas a dejar de ser tan solo un estúpido, pero puede que seas uno un poco mas feliz.

P.D: Perdón por lo de "estúpido" y Feliz Año Nuevo. Gracias por leer este cutre blog.

Fotos: Ian Corless.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Me ha dado un calambre



Me ha dado un calambre. Lo acabo de notar. Llevaba rato avisando el muy cabrón. Comenzó como un extraño tembleque en el gemelo derecho, como queriendo llamar la atención, hasta que ha decidido mostrarse en toda su plenitud.
En medio del mecánico, pero voluntario, acto de la zancada, el rebelde calambre ha interferido en la repetitiva secuencia, sometiendo al musculo a una repentina contracción.
Fruto del espasmo, ha emergido de mi garganta un pequeño y afeminado grito, acompañado de una especie de salto o cojera de lo mas ridículo que se pueda imaginar.
Podría tratarse de un hecho aislado, pero todo apunta a que estas cuatro horas que llevo sudando, zancada tras zancada, con esta agobiante humedad, van a regalarme mas de una visita de estos pequeños cabrones.

Y pienso yo , mientras añado electrolitos a mi agua, que una mierda iba a correr Filipides desde Atenas hasta Esparta, y que Heródoto , el historiador, nos lleva vacilando desde el año 500 antes de Cristo.
¡¡ Venga ya, hombre!! ¿sin mochila, avituallamientos, ni coche de apoyo?  .......anda.......no me jodas......

Que muy mierdas tenemos que ser los ultrafondistas actuales, que con todo a huevo, a poco que falle, acabamos lloriqueando.
Me imagino a ese pequeño japones, todo el año entrenando a lo bestia, con todo milimetrado, ritmo....., cuando y cuanto comer......, cuando y que beber........tiempos de paso......equipo de apoyo.......y peta a 30 kilómetros de Esparta.
Es como si Heródoto se cagara en el ego del pobre japones.......y se limpiara con su estampa.

Tres horas y una docena de calambres mas tarde, sigo corriendo.
Y no hay que ser Espartano, ni griego, ni japones, para llegar donde estoy, pero si que hay que entrenarlo todo, y no dejar de llenar el estómago con lo que se va gastando por el camino.
Con todo y con eso, voy a largar la pota que Heródoto jamas narró. El tal Filípides hubiese matado a su madre por llevar mi mochila, con todo su exquisito y reducido contenido. Aun así, el hombre no flaqueó, y yo me encuentro arqueado, con las manos en las rodillas, largando una gran vomitona.
Ahora si, no me hubiera venido mal a mi, la falda de ese señor para limpiar mis zapatillas.



A veces el vómito es el punto y final de la jornada, pero otras es una ráfaga de aire fresco, el alivio de una carga que te impide avanzar, y que te devuelve la energía y la confianza. Después de vaciarte puedes agachar la cabeza y tocar retirada, o levantarla de nuevo y arrancar a correr.

Queda claro que, lo de los calambres y el vómito, son señales evidentes que te manda el organismo, para hacerte saber que hay algo que no estas haciendo bien. Y queda claro también que, mi gesto de añadir electrolitos al agua, o el resurgir de las buenas sensaciones tras potar, son acuses de recibo que te permiten continuar.
Lo que no voy a hacer jamas, es desoír dichas señales y arrojarme absurdamente a un sufrimiento innecesario.

No se que opinaría Heródoto, pero nadie muere por correr 21 kilómetros. Nadie va a cruzar la meta de esa distancia, haciendo un tiempo mediocre, y va a morir por dicha causa. Se muere porque se tiene un problema, ajeno a dicha actividad. Se muere por no escuchar los mensajes que te manda el organismo. Se muere porque se rompe una máquina que ha estado parada mucho tiempo, y de repente la quieres exprimir.
Por contra, miles de sedentarios mueren frente al televisor, mientras escuchan este tipo de noticias........eso si es una estadística palpable.

Las modas siempre han tenido consecuencias. El boom del Skate dejó muchos brazos rotos. El boom del Surf, dejó muchos ahogados. El boom del Padel dejó muchos gilipollas. El boom del Running está dejando muchos lesionados, algún infarto, y llenando el bolsillo de unos cuantos.

Diez horas corriendo. Fin de los calambres y las nauseas. Comienza el dolor.

Pueden ser tus piernas, tus caderas, tus pies o tu espalda.......pero el dolor hace acto de presencia, y se acentúa cuando paras, cuando te sientas un minuto, y cuando vuelves a arrancar.
Con un poco de suerte tu meta está ya cerca........con ausencia de ella, apenas llevas la mitad,o un tercio del camino a recorrer para cruzarla.
El paladar comienza a saturarse de los mismos sabores y texturas. El día se torna noche, o viceversa. Por fin orinas con cierta normalidad.

Al igual que se pasan los calambres, se pasan las modas. La historia esta de los sorteos para pillar un dorsal, los colapsos de los servidores, las listas de espera........pasaran. La gente se cansa pronto de todo. Los mismos que hoy llevan barba larga y el último botón de la camisa abrochado, hace unos meses iban con las cejas depiladas y el pecho al descubierto. Los mismos que entendían de vino y de jamón, ahora solo beben Ginger Ale y degustan canapés de pepino.
La mitad de las carreras que existen hoy en día, desaparecerán de aquí a tres años.

Consigo cruzar mi meta. Da lo mismo mi felicidad o mi satisfacción personal. Al igual que con el pobre japones, Heródoto acaba de cagarse en mi ego, y se ha limpiado con mi estampa. Según la historia, Filípides llegó a Esparta, después de 246 kilómetros, descansó unas horas, y emprendió el camino de vuelta : otros 246 kilómetros.
Por mi parte, regresar al hotel ya va a ser un cachondeo, así que imagínate dar la vuelta en dirección a la linea de salida......